por lo mismo a estas se aferran mis instintos cuando vuelan.
Me iluminan las luces de la luna y postes en la acera,
también el fuego que me quema y el silencio que condena.
Dicen que la felicidad se esconde entre los pelos y el cráneo,
entre mis camas y mis pasos, entre gloria y pecado.
Yo la encontré puesta en el suelo, en la suela de mis zapatos, en el camino en el que ando.
Y aunque se esconda, la buscaré bajo las piedras
la seguiré sin importar que me detenga,
me da lo mismo si el camino es cuesta arriba,
pasar semanas sin comida en la barriga.
No tengo miedo cuando entiendo que es por algo.
Cuándo siento que estar lejos hace más a lo que valgo.
Por cada paso que es un kilo menos en mi cuerpo,
por cada triunfo que me hace sentir que esto es lo que quiero.
Y así navego, con el viento en contra,
con las velas sin amarres y los remos en las olas.
El sudor es la sal que mis sueños sazona
